Tuesday, June 06, 2006

Desde cuando busco las facultades ocultas del lenguaje? No discuto por falso las cosa que no entiendo, pero de vez en cuando me agarro terribles puteaderas, por las dudas. Se, de hecho desde hace tanto, que los caminos en realidad nunca se encuentran, y que si lo hacen despiertan demonios que insultan desde algún infierno diafragmatico oculto debajo del cuerpo. Pero también se que las murallas que levanto cada día me sirven, como después afirmaría mi viejo, para desperezarme de los libros inocuos que me atormentan.
Hace algún tiempo, me dedique a buscar en los elogios, cierto dialecto subliminal. Preguntenme hasta el hartazgo ¿Para que? Ni siquiera a mi se me ocurre la respuesta. Mas bien ni se me ocurre contestar a tal aberración gramática, a tal elogio depravado carente de subliminalidad. Me encontré rebajado a la protozooaria existencia, a la micromolecular vergüenza a la que los charlatanes somos expuestos cuando no sabemos de que hablamos. Cuando componemos elegías con conglomerados de palabras bonitas sin sentido. La fatuidad del elogio. La soberbia de la nada.
De vez en cuando salto en soledades enfermizas tratando de encontrar un camino que, al no encontrarse nunca con otro, termino por abandonar prematuramente. Me distiendo buscándole la quinta pata al gato que reposa tranquilo entre los lóbulos de mis orejas. Ronroneando frases incoherentes mientras rasguña separando de a poco mi mente de mi cuerpo. Soy nada. Soy todo. Soy la mitad, y la otra mitad también. La esencia discurre de mis órganos, soy nada repito, a lo largo del día.
Diurno sopor. Nocturna vorágine que alimenta los pasajes de mis poemas, de mis narraciones. De mi. Anacrónico el placer del pensamiento. Sin dimensión se mueve por mi cabeza, trazando estrategias para confundirme aun mas. ¿Cuando terminara el pesar?

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