Wednesday, May 11, 2005

La belleza del desengaño...

VII

Hoy comencé tranquilo a esconderme tras las sombras
de la mañana, y sin querer de a poco me relamí entero.
Sin embargo, al perder espesor el día
se complican un poco las palabras, y uno termina diciendo
lo primero que se le cruza.
Si supieses leer entre lineas,
si realmente tuviese algo en serio que decir,
me solaparía un par de escupitajos dedicados
a tu cara debajo de los párpados,
para mi calvario nomas.
Para colmo, encima tuyo llueven los ayeres
y la mala leche de haberme hablado con las manos apoyadas
en tu silueta,
comparando los olores de ayer, con la peste de hoy
y con la sangre que mañana reptara entre ambos.
Ni siquiera pienso en callarme,
ya que empezás a mirarme raro,
y cuando me mirás así me decís sin decir
que seguramente se me volaron los ojos,
y que mi boca aleteo despavorida
rajando de vos,
de mi,
y de la basura que envuelve estos días de Mayo.
Pero al menos me siento tranquilo
de que un viento zonda de puteadas me traerá a la realidad,
y de que la primera de las piedras que me dará en la cara
será la tuya.
Después seguro, me pedirás que me calle de una puta vez,
y seguramente te haré caso,
para mi calvario nomás.

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